por @SandroideV

La «mujer mitad ángel, mitad marisco» y pintora  Maruja Mallo llegó a Madrid en 1922 para estudíar Bellas Artes y hasta 1937, momento de su exilio a Argentina, participó activamente en la vida cultural de una España convulsa, en la casilla de salida de un gran cambio tecnológico, político y social, y tan prolífica en artistas y en genios como en violentas disputas. 

Formó parte de la pandilla de la Generación del 27, aunque la insistente ucronía patriarcal la borre del temario escolar. Como mucho se la menciona, junto a otras importantes intelectuales de la época, formando parte de Las sin sombrero, quedando así separadas de su entorno histórico, en una década marcada por las luchas obreras por la obtención de los derechos civiles, entre las que la necesidad de la igualdad fue una de las más contundentes.

Cuando Maruja Mallo volvió de su exilio de veinticinco años, apareció en un Madrid de los ochenta parecido a las circunstancias que la acogieron en los años 20: saliendo de un período oscuro y con ganas de avance, experimentación y apertura, y enseguida conectó con las nuevas generaciones de artistas, apareciendo en programas de televisión como un personaje más de la escena, en una escueta parrilla en la que una podía encontrarse opinando tanto a un paleto de pueblo con boina y palillo en la boca, como a un facha confesado abducido por la noche madrileña, como a Salvador Dalí, Xavier Cugat o Maruja Mallo que convenían el absurdo puente del arte y el espectáculo con el de la propia vida. De todos esos personajes, Maruja Mallo era de los más auténticos y entrañables, sus lúcidas y a la vez oniricas frases y el maquillaje colorista hacían de sus intervenciones una siempre refrescante visión y reflexión. Las entrevistas que quedan de ella están llenas de una sensibilidad tremenda, de una modernidad atemporal. 

Maruja Mallo en la tele

La serie de exóticos cuadros Naturalezas Vivas que hizo en el exilio (de clara referencia uteriana, en mi opinión) coincidiendo con mi propia menstruación, me guiaron de nuevo hacia Maruja Mallo para redescubrir en ella una inspiración futurista. Por cierto, acabo de leer, buscando imágenes para este artículo, que Almodóvar ha adquirido recientemente el cuadro «El Racimo de uvas» con la taquilla de «Dolor y Gloria».

Maruja Mallo El racimo de uvas (1944)

Tal debía ser el carisma de figura avanzada a su época que Maruja Mallo aparece en la novela futurista La Venus Mecánica (José Díaz Fernández, 1929). En este interesante documental de RTVE dicen que incluso la inspiró:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-maruja-mallo/966721/

Por si esto y su propio argumentario existencial no fueran suficiente para entronarla a Diva Futura, o lo que es lo mismo, Artífice y Musa de nuestro imaginario futurista, la última serie de pinturas que realizó, llamada Viajeros del éter o Los moradores del Vacío, la dedicó al estudio del Espacio, de la gravedad y del cosmos.

Viajeros del éter (Maruja Mallo, 1982)

Porque siempre es mejor ascender que descender.

Maruja Mallo (1902-1995)
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