«If you count the legal votes, I easily win»

Donald Trump, 5 de noviembre de 2020

Por @franciscoxec

En los medios oficiales del mundo entero, salvo en Rusia, estas palabras desataron la risa generalizada; con matices, por supuesto. Sin embargo, esta frase era comparable al “Dios ha Muerto”, de Friedrich Nietzsche; aunque su consecuencia fue mucho más grave de lo que podríamos haber imaginado, pues la realidad, oficialmente, murió.

Opiniones siempre ha habido muchas, pero todas ellas, más o menos, giraban en torno a hechos concretos. Por ejemplo, el holocausto judío es un acontecimiento histórico que recibe distintas interpretaciones según los valores políticos de cada sujeto. Sí, hay negacionistas de esta masacre; pero este tipo de personas solían ser residuales. Hoy no, pues en la primera potencia del mundo, Estados Unidos, los negacionistas, en general, son la mitad de la población.

Ahora que ya pasó un mes de la fiebre mediática de las elecciones, por más que parezca de ciencia ficción, el tema en Estados Unidos es como la discusión sobre la existencia de Dios entre un creyente y un ateo. Una mitad creerá que hubo fraude y, la otra, no (ambos, como lo más obvio del mundo)1. Evidentemente, para poder creer en el fraude es condición sine qua non rechazar los medios de comunicación tradicionales2; incluyendo a la Fox, que hasta hace poco servía de caja de resonancia de todo lo que decía el aún presidente.

Los 3 ingredientes.

¿Cómo logró Donald Trump crear una realidad paralela mientras destruía la credibilidad de los medios de comunicación ante millones de personas en Estados Unidos? Este es un proceso que se ha ido incubando desde la aparición de Internet y donde el “broadcast yourself”, de YouTube, ha logrado colocar a cualquiera, literalmente, como referente social (entre otras plataformas). En el caso concreto que nos ocupa, basta con un tuit anónimo con links a páginas web creadas para especifícamente sustentar, sin pruebas, lo que se afirma. Y aunque parezca muy triste (o terrorífico), funciona.

Si a esto le sumamos las malas praxis de la prensa tradicional, tenemos completos ya dos elementos del cóctel. No importa que muchos periodistas pierdan el tiempo y hasta la vida todos los días haciendo su trabajo con pasión. Es más, en Estados Unidos (donde se origina este punto de inflexión ontológico para la humanidad), hay referentes periodísticos que son la envidia de todo el mundo, además de ser estudiados en las facultades más remotas del planeta. Pero sí, admitámoslo: hay malos policías, médicos, políticos… y periodistas.

Ahora sí, vamos con el tercer factor del cóctel: el negacionismo. Como se sabe, este solo puede germinar en personas con serias deficiencias en su educación. Con un conocimiento apenas básico de la historia universal y de las ciencias naturales hubiera sido suficiente para que los ahora antivacunas, anticambioclimático, anticovid, terraplanistas y demás fauna, tuvieran las armas suficientes para poder enfrentarse, en su momento, a teorías que, muchas veces, tuvieron un origen lúdico. ¡Es decir, eran simplemente bromas!


Un poco de humor involuntario, para no morir…

Y para poder darle sentido a todo lo anterior, no afirmaré que Joe Biden ganó las elecciones, porque eso sería perder el tiempo. No desmentiré que existe una red de pederastia liderada por los demócratas y artistas de Hollywood. No, simplemente me encogeré de hombros porque, desde el punto de vista negacionista, yo decidí tomar la pastilla azul y, ellos, la roja.

Es decir, en caso la vida de algunos haya sido muy monótona hasta ahora, pues por fin forman parte de una película, son The One, y, quién sabe, salvarán al mundo.

¿Y tú, quién has decidido ser?

Links:

  1. Forty-seven percent (47%) say it’s likely that Democrats stole votes or destroyed pro-Trump ballots in several states to ensure that Biden would win, but 50% disagree. y Poll: 70 percent of Republicans don’t think the election was free and fair.
  2. US election 2020: Fact-checking Trump team’s main fraud claims
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Un comentario en “La realidad ha muerto

  1. Como siempre excelente artículo compañero 😉 no solo vivimos en la era de la postverdad sino que la pregunta que daba título al magnífico libro de Paul Watzlawick ¿es real la realidad? Es una pregunta que deberíamos hacernos a diario en la era de la que podríamos llamar postrealidad. De hecho creo que ya no nos importa demasiado que es real y que no, un like en Instagram tiene el mismo peso que una muestra de cariño física para algun@s o un desaire y/o ignorar el post de alguien.

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