Entrevista por Sandroide / FSF
Sergio Chesán es un poeta barcelonés de orígen canario, que participó en el soleado debate del Cyberpunk 2019. Recientemente tuve ocasión de asistir al evento de Reversos Grup Poètic en el que Sergio habló de su obra con gran honestidad y compartió generosamente su visión cruda y cultivada de los momentos que vivimos.
Su último libro, Los últimos días del espantapájaros, contiene esta perla vanguardista:
Escuchad hermanos
ninguna bomba caerá sobre la ciutad de Barcelona
la tempestad no os arrancará de vuestros hogares
nada destruirá vuestras consolas
seguiréis devorando patatas fritas y hamburguesas
flotando como Ofelias en aguas tranquilas del Netflix
los asteroides errarán siempre el tiro
y mañana gobernará Nerón
y pasado Heliogábalo
pero no os preocupéis hermanos
porque la revolución será televisada o no será
la muerte será televisada o no será
y mientras tanto
seguiréis bostezando
porque así acaba el mundo
en el interior de una pantalla.
En tus poemas usas un lenguaje tecnológico actual que recuerda al cyberpunk, ¿han inspirado la CI-FI y el cyberpunk parte de tu obra poética?
Sí. Yo diría que sí. En realidad me cuesta bastante diferenciar obra y vida, así que yo preferiría decir que la CiFi y el cyberpunk han cambiado mi vida; mi forma de percibir el mundo y eso, claro está, aparece reflejado en mis poemas. Pero bueno, creo que es algo extensible al conjunto de los habitantes de nuestras sociedades posindustriales. Todos hemos sido expuestos a la ciencia ficción desde que éramos muy jóvenes, ya sea en libros, series, pelis, cómics, anuncios de televisión o incluso en el diseño urbano o el lenguaje coloquial. La ciencia ficción está en todas partes y nos ha cambiado la vida a todos, a no ser que hayas vivido en una comuna rural o en un zulo.
¿Cyberpunk es ahora?
El cyberpunk es ahora, pero nuestro cyberpunk es un cyberpunk hacendado. Quiero decir que hay low life, pero no así high tech (o al menos no es lo que llega a las calles). Y tampoco vemos un cambio radical en las formas de organización social. Quizás porque el neoliberalismo hace muy bien su trabajo cuando trata de congelar todo futuro potencialmente rupturista. Y es que, a pesar de que sí es cierto que hay unas pocas empresas que controlan la economía mundial, todavía no hemos encontrado la forma de dar una respuesta punk a la tiranía de este capitalismo que va acelerando cada vez más hacia el capitalismo de plataformas como principio de algo mucho peor. Tengo la sensación de que estamos ahora mismo en un punto crítico, de que estamos inmersos en una lucha que decidirá el nuevo orden que va a surgir de toda esta mierda. Y también de que estamos perdiendo. Así que por ahora no puedo ver el mundo más que como un lugar terrible. La peor de las mentiras. Y vale que la verdad solo oculta que no hay verdad, que todo es simulacro, pero ¿no podíamos crear algún simulacro mejor que toda esta basura?
¿Qué otras referencias inspiran tu estilo?
Pues yo creo que he sido infectado sobre todo por la poesía francesa del XIX y las vanguardias, pero también los cómics, el cine, la música, la ciencia ficción, la fantasía, etc. Es complicado nombrar algo así en particular porque en mis poemas puedes encontrar desde referencias a bandas de punk o metal hasta líneas de guión de Lanthimos o Bergman, además de las múltiples transformaciones de citas de otros poetas, novelistas o filósofos que me han marcado bastante a lo largo de todos estos años. Y mitología griega, por supuesto. Ese es mi lado más inesperado, creo, jaja. De todas formas, para mí están todas al mismo nivel. Al final te escribes a ti mismo y todo lo que marca tu vida siempre aparece. Tus poemas son tu excremento, hablando en términos un poco artaudianos.
¿Qué quieres expresar mediante la poesía?
Esta pregunta es bastante compleja. En parte la poesía no es más que un artefacto lingüístico que busca causar un efecto. Y en cuanto cambia la realidad del receptor, quizás podríamos decir que es un artefacto más bien mágico. Pero no sé, yo casi siempre escribo estando jodido y lo que escribo es esa excrecencia, ese vómito de rabia o de desencanto. Sí que me he dado cuenta que la mayoría de las veces lo que hago es escribir contra la indiferencia. Quizás porque yo mismo he permanecido anestesiado mucho tiempo y creo que no hay un infierno peor que ese. Es curioso porque antes se hablaba mucho del hastío, del ennui del artista, de que nunca pasaba nada. Y ahora esa indiferencia la sentimos porque todo pasa demasiado rápido y nada nos importa. Aunque, como yo no soy un nostálgico, lo que quiero es que la gente desarrolle una sensibilidad acorde a esta época, que despierten y latan con la rabia de una hélice de alta velocidad. No me convencen demasiado esos discursos aburguesados que hacen apología del sosiego y las vacaciones en el campo. Eso está bien cuando tienes dinero.
¿Qué te gustaría hacer con tus poemas que todavía no hayas hecho?
La verdad es que me desapego muy pronto de mi obra anterior. Quizás por eso que he dicho antes, que la veo como mera excrecencia. Lo que sí tengo claro es que jamás volveré a escribir lo que he escrito. Lo más seguro es que mis próximos poemas sean bastante más virulentos, pero en un tono quizás de un nihilismo un poco más dionisíaco y menos autodestructivo, que es un poco como me siento ahora. Nunca dejarán de expresar una sensibilidad bastante violenta, porque yo soy así, pero sí que quizás ahora esa rabia está un poco más radicalizada, va más hacia el exterior que hacia el interior.
Si pudieras viajar en el tiempo…
Creo que no iría a ningún tiempo en particular. Es muy jodido eso de tener una sensibilidad fuera de tiempo. Me gustan otras épocas como la Grecia Arcaica, la Francia de finales del XIX o el período de entreguerras, pero no podría vivir allí siendo el que soy ahora.
¿Cómo ves Barcelona como centro cultural?
Yo llevo viviendo aquí unos 11 años. Cuando me vine, lo hice en parte fascinado por el relato de la Barcelona anarquista, la Rosa de Foc y todo esto. La verdad es que me encontré una ciudad bastante más hipster de lo que esperaba y eso me desagradó un poco. Parece que la cosa ha ido a peor con los años. Pero bueno, tampoco voy a ser el típico cascarrabias que diga que antes todo era mejor. Sí, Barcelona es un antro de moderneo tardocapitalista: está gentrificada y turistificada a tope, y eso, por supuesto, transforma por completo el ambiente cultural de la ciudad. Pero, al fin y al cabo, ese es el relato hegemónico y nosotros somos la resistencia. Tenemos que ser el virus que infecte por completo esta ciudad.
¿Por qué poesía y no otra actividad artística?, ¿practicas otras?
Es poesía porque no podría ser otra cosa. Soy bastante desastroso en todo lo demás. No es que sea un genio poético, pero no me sale expresarme de ninguna otra forma. Sí que he hecho mis pinitos con la música años atrás, pero lo tengo todo bastante abandonado.
¿Cómo ves La Red como medio de difusión de tu trabajo?
Para mí ha sido algo esencial para encontrarme con otros que también estaban en los márgenes. Con otros lectores y autores. Pero no solo eso: las redes han sido de vital importancia para encontrar una comunidad que a veces es muy necesaria no ya como soporte artístico si no moral. Con demasiada frecuencia vamos muy de misántropos, un poco de elitistas de postín, pero lo cierto es que somos seres interdependientes y no hay que avergonzarse de ello. Aunque también en la red todo está cambiando muy rápido. Parece que poco a poco el sueño de internet como un nuevo mundo libre se ha diluyendo a medida que los estados y las grandes corporaciones han ido metiendo su zarpa, pero, como ya he dicho antes, es nuestro debe resistir y contraatacar. Solo con lamentaciones no llegamos a ningún lado.
¿Qué momento vive la poesía actual?
Pues como todo el arte: al borde del abismo. Está siendo sustituida por la simple mercancía, por los eslóganes publicitarios. Pero es que, al final, arte y vida son inseparables, y la misma vida está siendo devorada, procesada y vomitada para su posterior envasado y venta. No hemos elegido vivir este tiempo, pero es el tiempo que nos ha tocado vivir y es nuestro deber hacer frente al monstruo. Da igual que todo esté perdido. Nosotros no debemos ser resultadistas ni hacer estudios de mercado. Somos los que luchamos en medio de la tragedia y luchamos porque es bello. Nosotros, al fin y al cabo, somos la belleza de este mundo y no es un mal papel. Yo no hubiera querido escoger otro.
Buen poeta! 🙂
bella entrevista, buen aporte.