Sobre ‘Rogue One’ y todo ‘Star Wars’

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Texto: @franciscoxec

A diferencia de todos ustedes, que vieron la mítica trilogía de Star Wars cuando eran niños, yo no. La razón que mis padres ofrecían cada vez que les pedía que me llevaran al cine a verla es que, después, tendrían que comprarme todos los juguetes relacionados con la película; y a pesar de mi corta edad, me parecía un argumento lo suficientemente contundente como para no reclamar. Sin embargo, eso no impidió que, por esas épocas, consiguiera mis espadas láser a cambio de tres chapitas premiadas de Pepsi-Cola.

Pasaron los años y llegó en 1999 Star Wars: Episodio I – La amenaza fantasma. Tampoco la fui a ver. En el año 2002, apareció Star Wars: Episodio II – El ataque de los clones. Menos. Sin embargo, luego se anunció la posteriormente muy vilipendiada Star Wars: Episodio III – La venganza de los Sith y me interesé por verla. Como podrán comprender, en mi cabeza no había nostalgia alguna, pero sí curiosidad por un argumento donde un ser de bondad termina convirtiéndose en un ser malvado. Digamos que mi interés era narrativo. Y sin querer aquí presumir de conocimientos cinematográficos, porque considero no tenerlos, ya había llevado algunos cursos de apreciación cinematográfica y narrativos en la universidad; además de saber quiénes eran Stanley Kubrick, Riddley Scott o David Cronenberg; directores que alguna vez abordaron la ciencia ficción. Digo esto para aclarar que no fui con actitud ingenua a ver la transformación de Darth Vader, pues hasta muy familiarizado estaba con los demoníacos personajes creados por Shakespeare.

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¿Se puede ser más ‘cool’ que Ewan McGregor como jedi? No.

LA VENGANZA DEL SITH.
Así que, luego de blindarme ante ustedes, apreciados lectores, tengo que decirles que… ¡me gustó mucho la ‘fucking’ venganza del Sith! Evidentemente, para que esto sucediera, la coloqué en el contexto adecuado que me permitió disfrutarla sin pedirle más de lo que podía ofrecerme: proyección en una sala de cine comercial y presupuesto millonario en cuanto a producción. Luego, leí y escuché en todos los periódicos y bocas de fans que esa fue una basura de película. Por ello, decidí callar y ver la famosa trilogía original, que muy de puta madre habrá tenido que estar para que el «tercer episodio» haya sido malo comparado con todo lo anterior (o posterior, según la cronología de George Lucas).

Y grande fue mi sorpresa, hecho yo un adulto, ver semejante sarta de babas convertida en mito. A ver, que si yo hubiera sido un niño me habría encantado ver un planeta lleno de ositos… ¡Sí, ositos! Y también otras cosas que ahí aparecen y finalmente se han ido materializando en muñecos envasados para ser comprados por todos los peques del mundo. Al respecto, no se me ocurrió agradecerle a mis padres por no llevarme a ver la famosa trilogía, pero sí reconocí que, como consecuencia, a diferencia de TODOS ustedes, yo vi esa película como adulto y ustedes como niños; razón que no permite separar la paja del trigo a algunos.

Que quede claro: no le resto méritos a la trilogía de Star Wars por ser, objetivamente, una película dirigida a niños, que Toy Story y Los increíbles me encantaron, pero de ahí a considerarlas joyas cinematográficas… puede ser, pero en todo caso son otras cosas las que me conmueven como adulto y llevan a plantearme situaciones y dilemas de todo tipo.

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El kung-fu siempre es bienvenido en una película.

ROGUE ONE Y AVISO DE SPOILER.
Es así como llegamos al año 2016 y Rogue One; estratégicamente estrenada unos días antes de Navidad como para petarla en las tiendas de juguetes (al igual que Star Wars: Episodio VII – El despertar de la Fuerza). Y, esta vez, con muchas ganas de verla porque la crítica estaba destrozándola (como nunca estoy de acuerdo con la ‘intelligentsia’, pues seguro que me gustaría). Y pues sí, la pasé muy bien y lo que más recuerdo es ese fantástico final a lo Melancholia, de Lars von Trier, donde todos los héroes son destruidos por un maravilloso haz de luz. También me encanta ver a mujeres peleando de ‘verdad’ y no desde tanta ‘distancia’, como la princesa Leia… Aunque, al mismo tiempo, me deja estupefacto ver un ejército repleto de hombres y con solo una mujer entre los soldados. Los jefes, por supuesto, caucásicos… (como en la revolución cubana, dicho sea de paso). ¿Y qué más? Pues muy buenos actores y demás artificios que me hicieron olvidar que estaba viendo una película y poder sentir que vivía otra realidad.

LO INQUIETANTE.
Si bien George Lucas se esforzó en dotar a los ‘malos’ de uniforme inspirado en la Alemania Nazi y a los ‘buenos’ de uniformes estadounidenses estilo Air Force y con naves de estética yankee muy parecidas a los célebres F-14 , no sé si los productores actuales son conscientes de lo mucho que el Imperio se parece en la película a… ¡Estados Unidos! Y que los rebeldes parecen… ¡terroristas árabes! ¿Soy solo yo el que nota eso? ¿No han notado la vestimenta, lugares y hasta la música de los rebeldes? ¿Ustedes qué piensan? A mí me inquieta. ¡Hasta pensé que un miembro del ISIS se había colado como guionista en la productora Disney! En fin, que ahí les dejo esta nueva teoría de la conspiración (que tal vez ya está circulando en la Internet, pero yo no la he buscado).

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