El reciente primer finde de septiembre de 2019, las djs y artistas underground Frau Diamanda y Sandroide Turbolover viajaron a València para actuar en Umbral TAZ Club como enviadas del Frente Sónico Futurista. Esta es la crónica de un viaje expréss, por Sandroide.

Frau y Sandroide aterrizaron directamente en la zona valenciana de El Cabanyal, inmediatamente en mi cerebro: NeoCabanyal y más después de conocer la historia, contada por distintas personas que fuimos encontrado. El Cabanyal era un pueblo pescador que fue engullido por la ciudad, y ha sido escenario de intensas luchas sociales, hoy en día paisaje de un futuro que se escribe día a día entre burócratas y habitantes. Es un pequeño núcleo urbano marinero salpicado de casitas de estilo modernista protagonizado por las psicodélicas baldosas de cerámica local. Tiene la vívida intensidad que han perdido delante de nuestras narices la Barcelona del barrio chino o Gràcia, bajo el constante avance del turismo salvaje. El Cabanyal es un diamante en bruto, que la gentrificación anda loca por apropiarse sin haberlo logrado aún. La inolvidable Rita hizo lo imposible por convertirlo en un barrio conflictivo rollo ochentero y desproverlo de dignidad, y la onda turística que azota a los gobiernos de izquierdas no promete nada mejor para el barrio. La Frau y yo vivimos un Cabanyal very deep; okupa y queer, travesti y anarquista, gitano, guiri, intelectual y bastante macarra de una forma encantadora, aunque a veces las costumbres choquen literalmente de frente. Y yo me pregunto si esa no es la forma en la que crecemos intelectualmente como especie: cuando nos vemos lxs unxs a lxs otrxs y nos enamoramos de las nuevas costumbres y las viejas se evidencian como inútiles.  

Tengo que hablaros de las mujeres valencianas, las nativas y no nativas, las travestis, las matriarcas gitanas y las niñas de la tribu, las que ponen de moda los locales, que bailan, que viajan, que intervienen en la política y en la vida cultural, las señoras que prueban por primera vez un shawarma. Todas. Ahí hay una fuerza femenina enorme. Y un movimiento cociéndose para quien pueda presentirlo y seguro que lo van a liderar queers (en esta palabra englobo a todas las personas que van más allá de su condición establecida).

Nos hablaron de varios sitios que no pudimos visitar por falta de tiempo y exceso de noche, como La Residencia y el after punk. Pero estuvimos comiendo en La Mandrágora, un interesante proyecto gastronómico y social que ofrece la mejor cocina vegana del planeta. Y también aparecimos de gogós en el curioso y retro Pinball, acompañadas en todo momento por nuestra anfitriona y amiga, la artista Bulgaria Amore y guiadas por nuestra querida cicerone, Penélope. El domingo visité el rastro, al lado del Mestalla, en el que se puede encontrar cualquier cosa.

 

Frau Diamanda y Bulgaria Amore hacia El Carmen

Actuamos el sábado por la noche en Umbral TAZ Club, elegante y oscuro, capitaneado por un equipo de artistas que nos acogieron de maravilla: Adriana Petit, Tvnel y Patri. Más bien dirigido a la experimentación musical (como Magia Roja HQ en Barcelona), inevitablemente resulta en club de moda al reunir una cantidad sorprendente de personas que demandan más programación de electrónica atemporal y undergound.  Los constantes mareos de vecinxs y burocracia hacen de los clubs underground algo efímero y, aunque esa es la esencia del TAZ,  las ciudades necesitan reafirmarse ante la pesada normalización artificial con la que se pretende homogeneizarlas a todas y convertirlas en gigantes parques temáticos de pago, de momento consiguiendo que parezcan todas centros comerciales idénticos, simples franquícias de megacorporaciones. Es verdad que hay cosas que nos unen a todxs, pues somos todxs lo mismo, pero es en la diversidad donde podemos contrastarnos. Las ciudades cada vez reclaman más voz propia, porque la tienen, y ahogarlas sólo conseguirá un futuro aburrido y obediente.

València tiene mucho que decir.

 

 

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Un comentario en “València express

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