Por franciscoxec

Esto es muy ‘Black Mirror’” es una frase que alude a una situación más que rocambolesca. Es una coyuntura ridícula de imaginar, pero que, por diversas situaciones, termina haciéndose realidad. ‘Black Mirror’ fue Miley Cyrus en el Primavera Sound, como comenté en un anterior artículo. ‘Black Mirror’ fue el asalto al Congreso de Estados Unidos por gente que parecía salida de un sanatorio mental. ‘Black Mirror’, ahora, es ver a Mario Vargas Llosa apoyando a Keiko Fujimori en el Perú.

¿Cómo se gestó algo que hasta hace poco era una aberración? Vargas Llosa decía en 2016: «Si gana Keiko, los ladrones y asesinos saldrían de los calabozos al poder». En cambio, hoy en día, la está apoyando. Inclusive, la respalda en el ataque de Keiko Fujimori a la democracia peruana invalidando votos de las comunidades más pobres y alejadas de las grandes urbes peruanas. Ya era muy ‘Black Mirror’ que Vargas Llosa apoyara su candidatura, pero llegar al extremo de patrocinar el robo de una elección es digno de preguntarse cuál es el estado actual de su salud mental.

Por sus antecedentes, Keiko Fujimori tuvo que jurar respetar la democracia en estas elecciones.

Este nuevo Vargas Llosa, versión Black Mirror, está siendo celebrada por los fujimoristas, quienes nunca tuvieron el apoyo de un intelectual de peso (básicamente, por estar vinculados a crímenes tanto políticos como de lesa humanidad). Algunos recordarán a Martha Hildebrandt o Francisco Tudela, a quienes Vargas Llosa calificaba despectivamente de ‘intelectuales del Cercado de Lima’, como diciendo: “Yo juego la Champions; ustedes, la famélica liga peruana de la intelectualidad”.

Pero no solo celebran los fujimoristas a esta realidad distorsionada del Premio Nobel. Muchos intelectuales en el Perú que le tenían envidía, ahora, se regocijan viendo cómo cae por el abismo a quien alguna vez fue considerado como la “reserva moral del Perú”.

¿Pero acaso él cambió de un momento a otro? Personalmente, por muchos años, siempre quise ver el lado luminoso de la luna, no el lado oscuro (el ‘Black Mirror’ de Vargas Llosa). Mi gratitud por los momentos literarios que me hizo vivir me generó una especie de fanatismo hacia él. Por ello, pasaba por alto sus amistades con Esperanza Aguirre, José María Aznar, el prófugo emérito y demás fauna que, en España, todo el mundo sabe de qué catadura moral están hechos. Lamentablemente, ahora todo encaja.

Dime con quién andas…

En 2011, Mario Vargas Llosa apoyó a alguien con credenciales mucho más peligrosas que las de Pedro Castillo: Ollanta Humala (cuya esposa estudió en una de las universidades más elitistas del Perú). Él sí tuvo contacto con Hugo Chávez, él sí que alguna vez había abrazado una ideología peligrosa de familia: el etnocacerismo (una especie de nazismo andino), además de un hermano, Antauro Humala que, levantando la bandera del etnocacerismo, lideró una insurrección que terminó asesinando a 4 policías y con dos rebeldes que corrieron la misma suerte. Vargas Llosa no solo lo apoyó sino que lo domesticó, lo acercó a él… todo con tal de que no ganara Keiko Fujimori.

Sin embargo, con Pedro Castillo, que de chavista no tiene nada (salvo que su campaña parecía la del Chavo del Ocho; por lo improvisada y desastroza hasta lo risible) y sin ideología clara, decidió declararlo el ‘mal peor’. Frente a ese ‘mal peor’, el ‘mal menor’ de Vargas Llosa era una candidata acusada por la Fiscalía de liderar una organización criminal (es decir, su propio partido político). A Castillo, un profesor rural, un campesino, Vargas Llosa no lo toleró. Y de la misma forma, tampoco tolera ahora los votos de los campesinos del Perú que votaron por Pedro Castillo (según lo que afirma su hijo Álvaro Vargas Llosa).

El maestro rural Pedro Castillo. Foto: Morgana Vargas Llosa.

Mario Vargas Llosa, en un reciente artículo, escribió con pasmosa ingenuidad que no entendía cómo es que, actualmente, los chilenos estaban rechazando ser un «país desarrollado». Esto abona la tesis de posibles perturbaciones mentales (si él con su inteligencia no lo entiende, mal vamos). Sin embargo, teniendo en cuenta sus amistades tan cuestionadas en España, podríamos deducir, en cambio, y en bien peruano, que el famoso escribidor se “deschavó”. Que no nos extrañe, por lo tanto, que de fallar la estrategia de anular votos, Vargas Llosa termine aplaudiendo un golpe militar.

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(Al 100% de votos contados, el profesor Pedro Castillo ganó la elección con 50.14%. Su rival obtuvo 49.86. La diferencia es de 50 mil votos. La estrategía de Keiko Fujimori, según anunció, es anular las votaciones en mesas donde podría haber errores, tales como firmas que no coinciden, caracteres poco legibles, sumas mal hechas o miembros de mesa que sean familiares, entre otros. La mira la puso en las comunidades más remotas del Perú, donde el profesor Pedro Castillo arrasó y en donde, según ella, podría haber más de estos errores por sus precarias condiciones de vida y de formación. Las comunidades de federaciones campesinas ya están reaccionando con indiganción a lo que ellos ven un intento racista para que sus votos no sean reconocidos. En total, Keiko ha puesto en cuestionamiento 500 mill votos, algo inédito en la historia del Perú, lanzando el hashtag #fraudeenmesa, que acumula una colección de fakenews y vídeos falsos digna de los momentos más álgidos de la era Donald Trump. Por su parte, todas las misiones observadoras internacionales -entre ellas la Unión Europea y las OEA-, dieron su visto bueno al proceso peruano).

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